martes, 24 de enero de 2012

Lo que pasa en Siria, no queda en Siria.


 Nada sucederá en Irán, por lo menos hasta que la situación en Siria encuentre un desenlace. En Siria se juegan, en gran parte, los intereses geo políticos que el mundo entero tiene sobre Medio Oriente. Este pequeño país del mundo árabe, es gobernado por una misma familia (atornillada al poder) desde hace décadas. Ésta familia no es, de hecho, ni chiita ni sunita, lo que la mantiene en una situación bastante abierta en cuanto a las relaciones a entablar con sus vecinos musulmanes. Por ejemplo, Siria ha entablado una fuerte cooperación militar con Turquía (país laico con mayoría árabe y miembro de la OTAN) para reprimir los intentos independistas kurdos, pero a la vez, mantiene una estrecha relación con Irán o el Líbano.

Llegó la Primavera Árabe (hermoso nombre puesto por Occidente a todo lo que sucedió en un año en todo Medio Oriente). La crisis económica, la opresión instalada por décadas, la corrupción extendida en los gobiernos (democracias, monarquías y gobiernos de facto) hacen que la gente salga a la calle a protestar. Un “que se vayan todos” árabe que se escucha en Túnez primero y luego en Egipto. En otros países de la región, el descontento se contagia y salen a la calle a protestar también en Marruecos, Libia, Yemen, Irán, Líbano, Qatar y también en Siria. Algunos protestan con más fuerza y otros con menos. Algunos piden la renuncia de sus gobiernos, otros piden menos, y otros piden cabezas.

En Libia, los manifestantes no tienen mucha fuerza, pero son convenientemente organizados y armados por Estados Unidos, Francia e Inglaterra. De todas formas no logran derrocar a Gadafi, por lo que los aliados de Occidente deciden intervenir de forma directa bombardeando el país. Finalmente, después de demasiados días, cae el gobierno y asesinan a Gadafi.

Algo muy parecido viene sucediendo en Siria. Allí, hay una familia que gobierna desde hace muchos años, hay un pueblo empobrecido y hay algunos sectores que reclaman un cambio urgente de conducción política. Los que reclaman, están desorganizados, peleados entre si y no representan a grandes sectores de la sociedad. Además, son brutalmente reprimidos por el gobierno. Europa y Washington consideran injusta la represión e imponen sanciones al gobierno sirio. También comienzan a apoyar la formación de un “Consejo de la Oposición Sirio” juntando a los distintos (y muchas veces incompatibles) opositores al gobierno, de modo de tener un interlocutor válido ante la comunidad internacional que además pueda parecerse a un potencial gobierno de cambio (con que lo parezca ya alcanza, como vimos en Libia).

Estados Unidos tiene un gran interés de que el gobierno sirio caiga, pero a la vez, teme lo que pueda suceder si se desestabiliza una pieza clave de la región como es Damasco(capital siria). La Casa Blanca quiere que el gobierno sirio caiga porque Damasco es de hecho el gran aliado de Irán en la región. También quiere que caiga porque en territorio sirio está la única base militar que Rusia aún posee sobre el Mar Mediterráneo. La derrota del gobierno de Damasco sería como un doble punto a favor para los intereses del Pentágono.

Sin embargo, los intereses de Teherán y Moscú en Siria también juegan fuerte en su situación. Desde Irán ya se ha anunciado que una intervención armada de occidente a favor de la oposición siria conllevaría de inmediato una respuesta armada de Teherán. A su vez, Rusia aseguró que no permitirá ningún tipo de intervención o injerencia en la situación interna siria, como las sucedidas en Libia. Efectivamente, un ataque de Londres, Paris o Washington a Damasco, acarrearía demasiadas consecuencias. Por ende, la estrategia de ambos “bandos” será la que viene siendo hasta ahora: inflar al país con armas, armas de occidente para los opositores y armas rusas e iraníes para apoyar al Ejército sirio. Vale aclarar que, por el contrario de lo que sucedió en Egipto o en Libia, tanto el ejército como las distintas autoridades del gobierno sirio  se mantienen inalterables en su apoyo al jefe de Estado, así como amplios sectores de la población.

A la situación actual, se irán sumando con más fuerza nuevos actores. China, hasta ahora se ha mostrado dispuesta a vetar cualquier intento de injerencia en la realidad interna de Siria por parte de las Naciones Unidas, alineando sus intereses una vez más con Moscú. La Liga Árabe intenta mediar en el conflicto pero se encuentra profundamente dividida, con Arabia Saudí jugando como representante más o menos oculto de los intereses de Occidente. Y Turquía, como miembro de la OTAN, sigue negando cualquier accionar que aumente la tensión con Irán, incluyendo una intervención sobre Siria.

El tiempo, y sobre todo la habilidad que tengan los distintos actores interesados para inclinar la balanza a su favor, dejarán ver quién gana y quién pierde poder y sobre todo, cual será el futuro de Siria. Lo que es un hecho, es que sea quién sea que “gane” esta especie de Guerra FríaReloaded , el pueblo sirio perderá mucho.