jueves, 31 de mayo de 2012

¿Qué le pasa al joven frenteamplista? Yo te digo que le pasa...


Antes de que se conozcan los ganadores de las elecciones del Frente Amplio y que entre aplausos y lamentos se vaya borrando la cifra total de votantes, sería bueno dedicar estos días de incertidumbre para reflexionar sobre la votación del pasado 27 de mayo y sobre la situación actual del partido de gobierno.

Las elecciones generales del Frente Amplio (en las que votan personas mayores a los 16 años) para elegir los cargos directivos de la fuerza política (incluida por primera vez la presidencia, disputada por cuatro candidatos) convocaron a algo más de 170 mil votantes.

La cifra puede ser más de lo que esperaban algunos actores políticos, pero objetivamente, es menor a la de las elecciones 2006. Hubo 50 mil personas que casi seis años atrás fueron a elegir a las autoridades del Frente Amplio (sin el aditivo de elegir presidente) y este año decidieron quedarse en sus casas.

50 mil personas es mucha gente. He escuchado a Jorge Brovetto decir que la baja en la cifra de votantes se debe en parte a que en 2006 la gente se subió a la ola, el Frente Amplio recién había llegado al gobierno y la militancia estaba en movimiento. Hoy, al parecer los frenteamplistas están más cansados y menos proclives a movilizarse.

Creo que los frenteamplistas no están menos proclives a movilizarse, están menos proclives a movilizarse por el Frente Amplio. El mes de Mayo es prueba de eso: movilización por el Día de los Trabajadores, por la legalización del autocultivo de marihuana, por la despenalización del aborto, en rechazo a la transfobia, Marcha del Silencio. En todas estas actividades, lo sabemos, la mayor parte de la ciudadanía movilizada es joven y de izquierda.

Vuelvo a  lo mismo. 50 mil personas son mucha gente. Sin ir mas lejos, hace pocas semanas,  las elecciones juveniles del Partido Nacional (en las que votan desde adolescentes de 14 años a jóvenes de 29 y que sólo elijen el Congreso Nacional y el Congreso Departamental de Jóvenes) tuvieron algo más de 45 mil votantes. Y hay que tener en cuenta que no hay publicidad en los grandes medios. La juventud cercana al Partido Nacional se movilizó. ¿Por qué no se moviliza la juventud del Frente Amplio?

La respuesta está en la calle. Piensen en los jóvenes reclamando en las calles y sabrán como comprometerlos con un proyecto político. Escuchen a la gente y lograrán recuperar “la mística” o al menos la militancia (y no me refiero al viejo comité de base).

Décadas prometiendo la anulación de la Ley de Caducidad, y apenas lograron votar una ley a los ponchazos. La gente se acuerda de esas votaciones en el parlamento. La gente se acuerda de vos Semproni, y por eso no te votaría de nuevo si no fuera porque te vas a esconder en algún puesto de la lista del Espacio 609 de Canelones para meterte en el parlamento.


Años de promesas y algunos avances para apoyar la igualdad en la diversidad, pero aún no se vota una ley que permita el matrimonio igualitario. No es Mujica ni sus ministros, son los legisladores del Frente Amplio, que hace 7 años tienen mayoría en el Parlamento quienes aún no la votan. ¿Qué progresismo es ese que posterga una y otra vez la conquista de nuevos derechos?


Un excelente proyecto de legalización del auto cultivo de marihuana existe hace mucho tiempo. Sus creadores aseguran que está respaldado por la fuerza de gobierno y también por sectores de algunos partidos de la oposición. Pero por ahora no hay definiciones. Está en “trámite parlamentario”, ese agujero negro en el que han desaparecido cientos de iniciativas.


Por último, está la despenalización del aborto, apoyada por la población en general (fuera de colores político partidarios). No hay mucho que decir al respecto. El que es frenteamplista puede sentir vergüenza de la forma de actuar de su fuerza política en el Poder Legislativo. El que no lo es, probablemente más lejos de serlo está. Hay una mayoría absoluta, hay un programa de gobierno, pero también está el triste Semproni y un tal Andrés Lima, novel diputado que llega desde Salto con el apoyo (también) del Espacio 609 y un caudal de votos magnífico: 13.861 (vale decir que este ilustre desconocido, ganó su banca por apenas 821 votos de diferencia).

Ahora algunos dirigentes del Frente Amplio sugieren que para no quedarse estancados, se puede modificar el proyecto y buscar apoyos fuera de la fuerza política, específicamente en el Partido Independiente. Sospecho que se terminará resignando la calidad de una propuesta legislativa para lograr una aprobación bastante triste (así como pasó con la Caducidad). Seguro que al joven frenteamplista le convence más la idea de expulsar a Semproni y a Lima de la fuerza política exigiendo la entrega de sus bancas por no acatar la disciplina partidaria y sobre todo, por desoír al programa de gobierno que los puso dónde están.

Hace pocas horas leí una nota de la Diaria en al que se afirma que el diputado frenteamplista Sebastián Sabini, “habla de la impostergable necesidad de que esta legislatura apruebe antes de fin de año tres proyectos de ley que abordan temáticas “fundamentales” en materia de derechos civiles: el matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y el autocultivo de marihuana”. Ojalá que lo que Sabini considera una necesidad, se haga realidad y que el Frente Amplio recupere un poco el terreno perdido, mostrando algo más de compromiso con sus actuales y sus futuros votantes. 



Fotos de Rebelarte.info (gracias!)

sábado, 19 de mayo de 2012

Lo que pasa en Uruguay, no pasa en Uruguay


Lo que pasa en Uruguay, no pasa en Uruguay, pasa en el mundo entero. Excluidos hay en Montevideo, en Nueva York, en Europa y en la India. La violencia está en todos lados, algunos sospechan que está en la esencia del ser humano, yo, personalmente, no lo creo así.


Todo tiene que ver con todo. Puedo nombrar tantas formas de violencia como personas en este mundo. La violencia está en casa, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en el bar, en la tele, en el cine, en la cancha y en casi cualquier lugar por el que anden caminando los humanos.

¿Qué hacemos para evitarla, para destruirla? ¿Le reclamamos al Estado? Bueno, el Estado controla el agua a través de OSE, controla las Telecomunicaciones con Antel, la distribución de energía eléctrica con UTE, la distribución de combustibles a través de ANCAP, pero lamentablemente, no tiene el monopolio de la violencia, así que por si solo, ni Estado ni gobierno de turno pueden solucionar el dilema.

Igual le podemos pedir algunas cuantas cosas. Por ejemplo, sabemos que el Estado tiene el monopolio de los institutos de rehabilitación de la delincuencia y desde hace mucho tiempo que hace un trabajo malísimo en esa área. Hay muchas cosas que le podemos exigir al gobierno y al Estado para aplacar los niveles de violencia, pero nosotros perdemos el tiempo exigiendo que baje la edad de imputabilidad y que nos asegure que nadie nos va a matar mientras trabajamos.

Al Estado lo que le corresponde, al gobierno lo que le corresponde, pero a no engañarnos. La violencia, como escribí antes, anda por todos los rincones. Como no podemos cerrar fronteras y aislarnos del mundo (en serio, no podemos) vamos a tener que reconocer y tener siempre bien clarito que lo que pasa en Uruguay, no pasa en Uruguay, pasa en el mundo entero, es imposible que seamos un paraíso de paz en medio de la Latinoamérica sangrienta. Las drogas, las mafias y los malos programas de televisión (por contar solo algunos factores) no conocen de fronteras.

La violencia no se acaba reflexionando sobre la misma, no se acaba escribiendo líneas como estas. En realidad, no se bien cómo se acaba, pero sospecho que podemos empezar por las acciones. Tomar acción. Hacerse protagonista del mundo. Empezar a bajar los niveles de violencia en nosotros mismos. No cantar sobre la muerte en un estadio, no consumir televisión que festeja la violencia, no tocar la bocina como si fuera una máquina de insultos, no patear al perro, no reclamar linchamientos y penas de muerte en las redes sociales.

Nada de esto nos asegura que cuando salgamos a la calle, o peor aún, mientras dormimos en la comodidad de nuestras camas, alguien nos pegue un tiro, pero puede ser un buen comienzo para disminuir las chances de que esto suceda.

lunes, 7 de mayo de 2012

Hollande no es (ni quiere ser) Súperman


Hace tiempo que venimos mirando hacia Europa con intriga y algo de preocupación. Parece que no retrocede ni avanza la crisis. La gente de a pie protesta en las calles y los gobiernos anuncian recortes y recetas del Banco Central Europeo muy parecidas a las del FMI.

Como en otras ocasiones, las elecciones son la oportunidad de los votantes para rechazar las acciones de los gobiernos que deben enfrentar la crisis. Ya pasó en Inglaterra, en Italia, en España y ahora es el turno de Francia.

La segunda economía europea y la quinta economía mundial es una pieza clave en la posible recuperación europea y sobre todo en el intento de mantener la unión de la eurozona, amenazada permanentemente por la crisis.

Hasta ahora, las decisiones más importantes de la eurozona fueron tomadas por la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy, ambos conservadores. Alemania, que es la economía más importante del viejo continente, se convirtió además en la locomotora que intenta sacar a los países vecinos de la crisis. Es la única, entre las mayores economías del continente, que abandonó la recesión y retomó el crecimiento.

Estos factores, le dan aún más fuerza a Merkel para ir por Europa imponiendo ajustes a otras naciones, presionando gobiernos, favoreciendo cambios de liderazgos en los países vecinos. En las calles de Madrid, Lisboa, Atenas y Paris, la canciller alemana es comparada con el demonio, es la bruja de los ajustes.

Por eso ahora todos miran a François Hollande. El líder del socialismo francés será presidente en unos diez días, y las fuerzas de “izquierda” de todo el continente se atrincheran tras él y le exigen que se le plante cara a cara a Merkel y le diga “no más ajustes, renegociemos el tratado de austeridad e impulsemos el crecimiento con inversión y más gasto”.

Con Alemania y Francia enfrentadas en torno al mecanismo para dejar atrás la crisis, la Unión Europea tiembla. A la debacle económica se le podría sumar una fuerte crisis política, y eso, podría ser fatal para la unión de los países europeos tal cual la conocemos hoy. A menos que, Hollande y Merkel alcancen una solución muy europea, o sea, recortes a medias, inversiones a medias, nada muy dramático, pero tampoco nada demasiado eficaz.