miércoles, 4 de marzo de 2015

Buenas noticias



Lográs escaparte de la ciudad y disfrutás de un día o dos en la playa. Te tirás al agua, te ponés a hacer la plancha. Tus oídos quedan sumergidos, tus ojos no. Escuchas tu propia respiración. Tus ojos ven el cielo azul y si tenés un poco de suerte, alguna nube lo decora. Todo el momento dura apenas unos segundos. No sos un gran atleta acuático y además las olas la complican. Unos segundos. Lo suficiente para estar contigo mismo en un momento de total intimidad y sin preocupaciones mayores. Ojalá hubiera más momentos como ese.

Un tipo se clava con 18 gatitos recién nacidos. ¿Qué hace? Los podés meter en una bolsa negra de basura y al agua, rápido, para que no sufran. También, si la sangre fría no te da para ejecutarlos, podés dejarlos librados a sus suerte en algún contenedor de basura, o en algún parque. El tipo decide que va a buscarles un hogar a cada uno. Empieza a buscar, pasan las semanas, campaña en Facebook, campaña en Twitter, pedís tu gato y te lo lleva a cualquier lado. Pasan dos meses, y entrega el último. ¿Debe sentirse bien no? Nunca más, eso si, pero qué bien se debe sentir.

Algunos eligen ver una cosa. Otros otra. Yo cuando voy en ómnibus por 18 de Julio intento siempre sentarme en la ventanilla. A veces mirar el celular esta bueno, pero otras veces, mirar para arriba esta mucho mejor. ¿Tenés buena música sonando en los auriculares? Excelente. Mirá esos edificios que van quedando al descubierto a medida que las horribles marquesinas van siendo sustituidas. Esta bueno, haceme caso en esta. Hay muchos edificios recién pintados, restaurados, pidiendo que levantes la vista para disfrutarlos. Cuando querés acordar, ya estás en Plaza Independencia.

Picás unos dientes de ajo, cebolla, morrón, alguna verdura más para sentirte sano. Condimentas una carne. Ponés a hervir agua para la pasta. Acompañás la cocina con una copita de vino rico o con un vasito de cerveza helada, o con lo que quieras. Inventás una salsa. A veces te emocionás y sale muy mal, otras veces sin querer la embocás y sacás tremendo plato. Atrás, allá de fondo, la tele esta apagada y la música acompaña, aunque sea desde los tristes parlantes de la computadora.

Un sobrino preguntando porqué los cines no son todos al aire libre, un amigo matándose de la risa, una panza que crece, una mamá limpiando la casa porque vienen visitas, un almacenero tomándose todo el tiempo del mundo para atender, un perro que le tiene miedo a una melodía, un gol, una compañera de trabajo que te tira buena onda a pesar de estar en un mal día, un capítulo de una serie mirado recostado en la persona correcta, un tweet que te hace reír, una voz en la radio que te hace pensar, un asado, un asado con amigos, con la parrilla que explota y la heladera también.

Supongo que se vienen los treinta en breve y uno puede que se ponga paloma, sensiblero, medio fantasma. Podría también llenar este blog de cosas horribles. Las malas noticias siempre están llegando. Podría escribir el mismo tipo de artículo de blog siempre. Pero no. Hoy no pintó. A veces esta bueno ver. Prestar atención. Observar, reflexionar, pensar un poco sobre lo que nos hace bien. Tenerlo claro.

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