lunes, 19 de febrero de 2018

Nos vemos en las urnas


Alguien lo tenía que decir, y lo dijo el presidente. “Nos vemos en las urnas”.

Una frase suelta en un hecho bochornoso pero que tiene mucho de simbólico. Hasta acá llegamos con este juego de que los que protestan dicen ser “del campo” y los demás les creemos. Esto no se resuelve con medidas anunciadas desde el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, se resuelve en las urnas. Otra lectura de la frase: somos un país democrático, y vamos a resolver esta confrontación política en las urnas, cuando lleguemos a las elecciones (porque vamos a llegar a las elecciones).


Después de años de intentos tristemente fallidos, la oposición política empieza a mostrar cartas realmente interesantes, o mejor dicho, efectivas. Una movilización contra las políticas sociales y con reclamos generalmente irreales pero que se legitima a través “del campo” “el agro” y finalmente con la bandera nacional de fondo “un sólo país”; casos de acomodo que salpican al Frente Amplio y que caen en un discurso totalmente construido de “corrupción política”; varios hechos sucesivos realmente violentos entre los que destaca el terrible asesinato de la joven que trabajaba en el supermercado y que refuerzan la retórica de la “inseguridad”. Tres patas bien paradas sobre una economía que aún no vuelve a crecer con fuerza. Reducir el Estado, acabar con la corrupción imperante, terminar con la inseguridad. Nada nuevo bajo el sol, pero esta vez parece que funciona.

No entraré en detalles sobre cómo fue la caída del kirchnerismo o la entrada en desgracia del chavismo. Lo importante es que en ambos casos las principales herramientas para orquestar estas caídas fueron aportadas por el propio kirchnerismo y chavismo respectivamente. A no repetir errores.

En el contexto regional actual, tres palabras “Estado”, “Corrupción” e “Inseguridad” bastan para que se asocie el discurso con los gobiernos antes mencionados de Argentina y Venezuela. Y eso, con el siempre exquisito adobo de los medios tradicionales o conservadores, ya es suficiente. El discurso es, una vez más, clave para el destino de una sociedad. Y por primera vez en muchos años, a pesar de la total falta de carisma que profesan sus principales líderes, la oposición puede sentir que está asestando verdaderos golpes.

Mientras tanto el Frente Amplio, siempre con problemas a la hora de construir discurso, de disputar relato y de comunicar efectivamente, empieza a parecer un boxeador ciego golpeado en la oscuridad. Lamentablemente, probando soluciones cada vez más a la derecha.

Para algunos de nosotros, es fácil entender que si el Frente Amplio encuentra la solución a su ceguera moviéndose hacia la derecha, no importa si gana o pierde en las urnas ante la oposición política, para los que somos de izquierda, siempre será una derrota.

La imaginación vuelve a ser clave. También la resistencia. Al parecer este partido no se gana jugando a la defensiva.