2. Organización
En un mundo en el que
nos han llamado súperconectados, hiperconetcados, y nos hablan de
máquinas que son extensión de nuestros cuerpos (o viceversa) es fácil creer que
el rápido avance de la tecnología y su irrupción en nuestras vidas ha generado
una especie de caos de la información o al menos un caos de la comunicación.
Sin embargo, no parece ser del todo así.
Sabemos que cuando
queremos hablar cara a cara con alguien, debemos ir a buscarlo a su casa o a su
trabajo y proponerle la charla en cuestión. Sabemos también como prender, usar
y apagar la televisión, la radio y la computadora. También sabemos cómo
realizar una llamada telefónica, escribir un mensaje de texto o poner nuestro
celular en silencio para no perturbar nuestro sueño, por ejemplo. Hemos
perfeccionado nuestra habilidad para mirar
sin ver la publicidad que nos
rodea en la calle (en ese territorio se desarrolla una muy interesante batalla)
y también sabemos cómo leer un diario, un libro o una revista.
Si el párrafo anterior
es en su mayor parte verdad, entonces podemos decir que sabemos organizar
nuestra comunicación de forma más o menos precisa. También sabemos que en los
canales de televisión y en las emisoras de radio hay gerentes de programación y
en los diarios hay editores. Sabemos que en los medios hay pautas de
publicidad, hay productores ejecutivos y productores periodísticos si así lo
requiere el contenido. Hay regulaciones que se cumplen en mayor o menor medida
sobre los espacios que la publicidad va tomando en las calles y también en
algunos medios. Hay bases de datos, con
números de teléfonos, celulares y con direcciones de correo electrónico.
En fin, hay muchas personas que se ocupan día a día a organizar la comunicación
de otros y por ende, la información a la que acceden.
Todo el tiempo,
personas que no conocemos y que no nos conocen están pautando nuestra forma de
comunicarnos y nuestro acceso a la información. Reconocer eso es un paso, desde
mi punto de vista, básico para entender el mundo y la forma en que se construye
realidad. Da un poco (o mucho) de impotencia, pero tranquilos, no es tan
terrible cómo parece en una primera instancia.
Saber cómo se organiza
la información en nuestro mundo (esto significa entre otras cosas, cómo se
clasifica, cómo se accede, cómo se prioriza y cómo se reparte entre muchas
otros detalles) es un elemento fundamental para sentirnos menos impotentes y
más libres. Lamentablemente, eso no se enseña en la escuela, pero no nos
adelantemos, ya vamos a hablar de educación, ahora volvamos a la organización.
Internet ha puesto,
sin querer queriendo, más información a nuestro alcance que la que nunca
tuvimos en la historia de la humanidad. Cuando digo “nuestro alcance” nótese
que el acceso a Internet libre no es aún una práctica generalizada en el mundo,
pero si lo es aquí en Uruguay.
Los dos grandes de
internet, Google y Facebook, organizan la información de una forma radicalmente
distinta a la de los medios tradicionales, pues apuestan a nuestra
participación como usuarios para organizar los contenidos a los que accedemos,
cosa que no hacen, obviamente, los medios tradicionales de comunicación (y aquí
incluyo a la publicidad en vía pública).
Cada vez más, a la
hora de buscar información verídica, a la hora de “saber” algo, lo buscamos en
internet (lo googleamos) y cada vez
menos lo buscamos en los informativos de la tele, en las enciclopedias en tomos
o en las páginas de los diarios. Al parecer, la forma en que se organiza la
información y por ende, la forma en que se desarrolla la comunicación en
internet, nos da mejores resultados.
Mucha gente no sabe,
claro está, que existen personas dedicadas especialmente a posicionar mejor un
contenido que otro en los buscadores (sobre todo en Google), que existen otras
personas que trabajan duro día a día para que una idea entre en tu red social
preferida (sobre todo en Facebook) y que, tras el caos aparente de internet, se
esconde cierto orden (subrayo la palabra cierto).
Ese orden está pautado por una mezcla de decisiones tomadas por
- personas que no conocemos y que no nos conocen (aunque tienen cada vez más una imagen de nosotros como usuarios). Programadores, desarrolladores, SEOs, ingenieros, diseñadores además de todas (o casi todas) las figuras que participan en la organización de contenidos e información en los medios tradicionales.
- nosotros mismos, nuestros intereses, nuestras fuentes confiables, nuestra ubicación geográfica, nuestro entorno y nuestros gustos y deseos.
La comunicación es
más, la información es más, pero nosotros somos los mismos. No estamos
preparados y en muchos casos no nos interesa o nos es imposible organizar toda
esa información en la forma en que llega a nuestras vidas. Para hacerlo, la
respuesta es una vieja conocida que siempre es convocada por políticos,
pensadores y ciudadanos de pie en discursos vacíos, pero que raramente se
transforma en un hecho: la educación.
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