domingo, 17 de julio de 2016

Los posibles Frentes Amplios

Lo que pase en estas elecciones determinará el futuro del Frente Amplio.


El mayor partido de izquierda del Uruguay y uno de los mayores ejemplos de formación política de izquierda del continente está, una vez más, ante una encrucijada. Mucho mayor es esta encrucijada que la simple elección entre uno u otro candidato.

El partido que concentra a un sinfín de fuerzas políticas en su interior está en el poder político desde hace más de 10 años y por primera vez surge con fuerza la pregunta: ¿es el Frente Amplio la herramienta de cambio para poder transformar la sociedad?

Históricamente un partido que ha sabido unir a actores de diferentes clases sociales bajo su bandera, que ha acercado a personas de contextos muy disímiles, y que sobre todo ha tenido su base y su mayor fundamento en ser una herramienta política que representa a las organizaciones sociales, a los trabajadores, a los menos favorecidos por un sistema al que siempre parecía querer cambiar, pero que ya no parece que se animará a hacerlo.

La fuerza política ha sufrido su estancia en el poder político. Agotó a sus líderes (nada podemos esperar de Vázquez, Astori o Mujica de cara al 2019) que han hecho su trabajo sin permitir o impulsar el surgimiento de nuevos líderes en generaciones menores. El partido se ha convertido en un administrador de gobierno, muchas veces sin ideas, muchas veces sin oídos para escuchar las ideas que las organizaciones sociales le gritaban en la cara.

Hoy las opciones son cuatro, que más bien son tres, porque la candidatura de José Bayardi carece de sentido a mi entender.

Por un lado hay un montón de militantes que hace décadas vienen construyendo el Frente Amplio y que han envejecido junto con él. Generalmente hay desilusión en ellos. Son los más alejados a las iniciativas tibias o contradictorias que los sucesivos gobiernos del Frente Amplio han desarrollado. Querían cambiar el mundo. Ese grupo de militantes tiene su expresión política en la figura de Roberto Conde y tiene las mismas ideas casi intactas que levantó en 1971 o 1985. También la misma forma de hacer política en un mundo que no se parece mucho a aquel.

Por otro lado, hay un candidato que es básicamente la expresión del Poder Ejecutivo. Es la opción de un presidente del FA que no incomode nunca a la Torre Ejecutiva y mucho menos al Ministerio de Economía. Es la continuidad de Mónica Xavier. Lo light por lo light. Javier Miranda usa el mismo jingle, la misma imagen y hasta el mismo hashtag que usaron Tabaré Vázquez y el Frente Liber Seregni menos de dos años atrás. Un Frente Amplio con “un espacio para las mujeres” y un “espacio para los jóvenes” pero sin mujeres y sin jóvenes sobre todo, haciendo cosas importantes. Es al final, un Frente Amplio que se maquilla lindo, se pone perfume rico, pero cierra bien los ojos y se tapa bien los oídos.

Está el camino del Frente Amplio del pasado, está el camino del Frente Amplio de hoy y está el camino del Frente Amplio del futuro. Alejandro Sánchez fue propuesto para la presidencia de la fuerza política por un grupo de personas de diferentes sectores, independientes, académicos, artistas y líderes sindicales que tienen una lectura parecida a la que expreso más arriba sobre la situación actual del FA. Creen que, a pesar del enojo, la desilusión y el conformismo, estas elecciones son claves para el futuro del Frente Amplio. Creen que en no mucho tiempo vamos a mirar para atrás y vamos a darnos cuenta que estas elecciones, pase lo que pase en ellas, fueron claves para el proyecto político de izquierda.

“Lo que pase en estas elecciones determinará el futuro del Frente Amplio”. No se me ocurrió a mí esta frase. La dijo Luis Gallo, ex senador por Asamblea Uruguay, en el lanzamiento de la campaña de Alejandro Sánchez, candidato que él cree “da las garantías de que el Frente Amplio va a tener una conducción transformadora”. Porque comparto en gran parte lo que piensa Gallo y lo que piensan las mujeres y hombres que firmaron esa carta impulsando la candidatura de Sánchez es que la apoyo desde mi humilde lugar. Un presidente del Frente Amplio de 36 años que habla de transparencia, paridad de género, y una fuerza política adaptada al siglo XXI sin perder el norte de la transformación social para mí no es poca cosa.

¿Es el Frente Amplio la herramienta de cambio para poder transformar la sociedad? Si queremos que lo sea, puede ser que éste sea nuestro último tren.