martes, 27 de noviembre de 2018

Los miedos y la primavera

La primavera es la mejor época para notar diferencias y salir de la caja del mal humor y el pesimismo. Porque sí, mucho tiene que ver cómo uno elige ver las cosas, como uno elige leer las realidades que nos cuentan.




Hoy, a poco menos de un año de las elecciones, se nos plantean dos relatos principales. Podemos ver el país que camina al precipicio, acorralado por la inseguridad, con una economía estancada y que mantiene vagos. Podemos reclamar que bajen el costo del Estado con un pegotín en nuestro auto y pedir que se vayan todos en grupos de Whatsapp o en comentarios de Facebook al tiempo que exigimos cosas tan extrañas como un sólo Uruguay, o vivir sin miedo.

Podemos entender, como dice un precandidato de la oposición, que este gobierno es “un fracaso rotundo”, podemos pedir que salgan los militares a las calles como pide otro precandidato, podemos intentar convencernos de que la corrupción ha tapado al país como quiere hacernos creer la única precandidata condenada por la justicia por querer quedarse con dinero que no era suyo o podemos proponer innovadoras medidas como eliminar la tolerancia cero al alcohol cuando se conduce un vehículo. Las opciones son muchas, pero todas coinciden en querer mostrar un país que no funciona y que va hacia el abismo.

Podemos también dar una vuelta por la rambla, el parque, la costanera o la plaza este fin de semana o el que viene y mirar a la gente. La memoria no es lo nuestro y no existía Facebook en el 2002 o en 1978 como para que nos recuerde lo que estábamos haciendo, sintiendo o pensando en aquellos momentos. Pero hacer el esfuerzo de pensarnos 10 años atrás, tal vez más, y sentir si estamos o no mejor, preguntarnos cómo nos sentíamos y cómo nos sentimos, puede ayudarnos a ver lo mismo de otra manera.

Hay un montón de circunstancias personales que pueden hacerte inclinar la balanza para el lado del pasado o para el lado del hoy. En estos años hubo amores, corazones rotos, hijos nuevos, carreras que despegaron y carreras que nunca pudimos terminar, hubo amigos que se fueron y antiguos pelotudos que siguen dando vueltas, robos, asesinatos, goles, mundiales, casamientos, celebraciones, y bares, cada vez hay más bares. Pero a parte de todo eso, hay un todo, el nosotros, el Uruguay, el resto, la política, las nuevas leyes, los nuevos hábitos. Los miedos cambiaron también. Entender los nuevos miedos es clave, porque son los que muchas veces nos llevan a actuar de tal o cual manera, los que nos hacen votar a tal o cual candidato.

El año que viene, mal que nos pese, hay elecciones. Digo mal que nos pese no por no ser fan de la democracia, sino porque tenemos que soportar que un montón de gente nos diga lo bien y sobre todo lo supuestamente mal que estamos.

Aunque parezca contradictorio, leer y escuchar medios de prensa y políticos y militantes llenos de eslóganes y frases vacías no nos va a ayudar a ver de qué lado estamos, qué miedo nos mueve, cómo nos sentimos hoy, como leemos todo lo que pasó en estos últimos años y qué queremos que pase en los próximos. No es ahí. No es navegando entre comentarios de odio en redes sociales, no es en el templo ni en el comité. Allí se juegan otros partidos. Allí te van a hablar de corrupción como si fuera un tema central, te van a intentar dar manija para que te violentes aún más, te van a llenar de promesas de humo.

El consejo es humilde y hasta puede ser caprichoso: aprovechá la primavera y salí a caminar por ahí el fin de semana. Mirá, sentí y pensá un poco. Tal vez encuentres la claridad que toda la campaña política que está por comenzar no te va a aportar.