Lecciones y cosas que se aprenden a
partir de las elecciones nacionales del 26 de octubre de 2014
1. Error de lectura
Las encuestas fallan a la hora de leer
las tendencias de voto de la ciudadanía. Entre argumentos y
explicaciones que abundaron después de las elecciones, se nota una
clara falta de entendimiento por parte de los representantes de las
principales encuestadoras sobre el electorado uruguayo.
Una lectura conservadora de este lleva a señalar que es más conservador de
lo que en las urnas finalmente termina siendo.
Cuando digo lectura conservadora, me
refiero a que las principales empresas encuestadoras definieron que
una gran cantidad de indecisos se iba a inclinar por votar a los
partidos tradicionales y finalmente se
inclinaron por votar al Frente Amplio.
Puede que estos indecisos no se
estuvieran preguntando si votar al Frente Amplio o votar a los partidos tradicionales, sino que se estuvieran preguntando si votar
al Frente Amplio, o votar a otros partidos más pequeños o votar
directamente en blanco. Parece obvio señalar que después de diez años
y tres elecciones ganadas por el Frente Amplio con mayorías
parlamentarias, el electorado se ha corrido un poquititito a la
izquierda.
Otra pista de que se trató de una
lectura conservadora la dio la
directora de la empresa Cifra, Mariana Pomiés, en conversación con Efe, cuando explicó, tras el error de
las elecciones, que "pensamos que Uruguay era más moderno", calificando a la campaña de Lacalle Pou como “más fresca y
joven”. Claramente, los conceptos de “moderno”, “fresco” y
“joven” no están muy claros en esta empresa encuestadora, que,
como muchos ciudadanos de a pie, defendió erróneamente que la
campaña de Lacalle Pou fue una campaña modelo.
2. Galleta de campaña
Las campañas con un fuerte componente
económico pero sin un sustrato de contenido pueden hacer mucho
ruido pero no calan hondo en la ciudadanía.
Si usted llena las calles y la
televisión con publicidad visualmente agradable acompañada de
mensajes lights pensados para no incomodar a nadie, puede estar
haciendo una buena campaña.
Si a eso le agrega un candidato con
pose, algo de humor, que sabe hacer la bandera y firmar autógrafos y
que repite en sus discursos con muy buena dicción los mismos
mensajes lights que se leen en sus carteles, puede que su campaña
marche mucho mejor aún.
Y si las figuras que presenta como
equipo de gobierno son gente de fuera del viejo círculo de políticos
que define al Partido Nacional desde 1990, caras nuevas con un perfil
algo más técnico, puede que su campaña aparezca para cierto sector
de la población como fresca y moderna.
Pero (siempre hay por lo menos un pero)
si usted repite la campaña con onda y sin contenido durante muchos
meses sin variar (al menos desde abril hasta octubre), permite que el
candidato enfrente entrevistas sin estar preparado y hace que su
círculo de asesores erre una y otra vez en sus declaraciones,
entonces, es posible que la campaña haga agua.
Es otra de las lecciones que nos queda.
La publicidad política puede hacer mucho, pero sola no basta para
llevar a un candidato a la presidencia. Además, una campaña que
responde a un modelo de país conservador (por oposición a un modelo
progresista) puede contar con un aparato de publicidad que lo
esconda, pero nunca lo suficientemente bien.
3. Tan joven
La juventud sigue apostando de manera
fuerte por el Frente Amplio. Por más moderna y fresca que haya sido
la campaña del candidato nacionalista, el sector más fresco y
moderno de la sociedad, los jóvenes, apoyó a razón de 6 de cada 10
al Frente Amplio.
Sin embargo, para el Frente Amplio
debería ser materia de estudio que
por primera vez desde
la salida de la democracia, la votación a la fuerza política de los
jóvenes de entre 18 y 30 años decreció. En 2009
62,5% de los jóvenes apoyó al Frente, mientras que en octubre pasado esa cifra
descendió a 58,5%.
Vale apuntar que quienes votaron por
primera vez en esta elección tenían apenas seis años en la crisis de 2002 y han vivido la mayor parte de sus vidas bajo un gobierno del
Frente Amplio y en cierta prosperidad económica. Tal vez a esas
franjas el relato del Frente Amplio que sacó al país de la crisis
y de los partidos tradicionales que llevaron al país a la mayor
crisis de la historia reciente no les esté llegando con claridad.
4. Juan Clasemedia vs María Clasemedia
En Montevideo el Frente Amplio basa cada vez más su victoria en los barrios de nivel socioeconómico medio bajo y bajo, mientras que su votación en barrios de clase media alta y alta, ubicados en la costa, es más baja.
Es una conclusión que arrojan los
números.
Solo en Carrasco no ganó el Frente Amplio, pero en
barrios de clase media alta, como Malvín, Pocitos y Parque Rodó, la
votación fue baja, como sucedió en 2009. Al
igual que el leve descenso en el apoyo de los jóvenes, esta posible
tendencia deberá ser encarada por el partido de gobierno si pretende
mantener su matriz pluriclasista y joven.
5. Mira en tu interior
Cada partido deberá sacar también sus
propias conclusiones a la interna.
En el Frente Amplio la gran votación
del Movimiento de Participación Popular señala que para el país José Mujica es y deberá seguir
siendo una figura muy importante, de referencia, tal vez la más
relevante del arco político.
También parece más obvio que el
liderazgo algo autoritario de Tabaré Vázquez deberá verse matizado
por un trabajo más grupal en un posible nuevo gobierno
frenteamplista. Los sectores que apoyaron la precandidatura de
Constanza Moreira se mostraron bien de salud y lograron ubicar a la
senadora de vuelta en el Senado y abrir bancas en Diputados que no
responden a ninguno de los sectores mayoritarios del partido.
El
Frente Liber Seregni parece cada vez más reducido a la figura de
Danilo Astori, que aún goza de gran aceptación en la ciudadanía y
que ocupará una vez más la cartera de Economía. Una mayor
pluralidad en el Poder Legislativo debería verse reflejada a la hora
de conformar un gabinete ministerial y un equipo de gobierno.
En el Partido Colorado todo se reduce a
la desaparición de Pedro Bordaberry como el máximo líder y cómo el mismo partido logre afrontar ese trauma. Una vez
más, parece que está todo por hacerse en el partido que supo ser
gobierno más veces en la historia del país y que hoy se ve reducido
en poco más de 10% del electorado uruguayo.
El Partido Nacional deberá tomar nota
de lo ocurrido en el Colorado. También deberá sacar
adelante de la mejor manera la campaña hacia el balotaje para
intentar reducir al máximo el fracaso de su líder. Luego será el
tiempo de repensar si es Lacalle Pou el líder que el Partido
Nacional necesita para crecer o si, al igual que Bordaberry, el hijo
del ex presidente también tiene un techo muy difícil de romper.
Unidad Popular tiene por vez primera
su banca en la cámara baja y allí deberá demostrar que sirve
para algo su presencia en el Poder Legislativo. También el Partido
Independiente, con su llegada a la cámara alta y su ampliación de
representación en Diputados, deberá definir un perfil claro de
trabajo como partido.
El hecho de que el Frente Amplio haya obtenido
mayorías parlamentarias le pone las cosas más difíciles al Partido
Independiente a la hora de incidir en la política legislativa. Aun
más difícil por el hecho de que Unidad Popular tiene un diputado y
que cuando falte un voto (siempre puede suceder eso en el Frente) la
coalición de izquierda podrá negociar tanto con Unidad Popular como con el Partido Independiente para conseguirlo.
6. A la mayoría le ha gustado esto
Tres mayorías parlamentarias
consecutivas. Eso no le hace mal o bien a la democracia. Eso es un
reflejo muy claro de lo que es la democracia. La ciudadanía decidió
una vez, otra vez y otra vez más darle la mayoría parlamentaria al
Frente Amplio.
Lo hizo así en 2004 y parece que el
Frente Amplio no hizo las cosas mal porque fue designado para
mantener esas mayorías en 2009 y ahora de nuevo hasta 2020.
Si
la ciudadanía le dio las mayorías al Frente Amplio es porque de una
manera u otra no considera necesario que la coalición de izquierda
negocie con otros partidos políticos para aprobar
la gran mayoría de las leyes.
Esa decisión de la ciudadanía, la más sagrada en un sistema democrático, debe llevar a los
partidos tradicionales a realizar una real autocrítica que no han
hecho en los últimos diez años y debe significar, para el Frente
Amplio, una bocanada de aire fresco y, sobre todo, una inmensa
responsabilidad.