lunes, 4 de agosto de 2014

¿Qué renovación?


La nueva derecha está más linda que nunca. Después de años intentándolo, Pedro ve cómo la verdadera lavada de cara de los partidos tradicionales llega desde el Partido Nacional.


En el Frente Amplio aparece primero el desconcierto. Perdió Larrañaga. Luego aparecen los nervios. “Está haciendo las cosas bien”. “Habla muy bien”. “Tiene la mejor campaña”. “Tabaré esta viejo”.


Como si le hubieran pegado una piña en la cara, no sólo Larrañaga sino todo el Frente Amplio quedó medio mareado y sin saber para dónde agarrar.


Mientras que Pedro buscaba un vicepresidente y terminaba de darle la espalda al sector minoritario del partido minoritario, Lacalle Pou convencía a Larrañaga de seguirlo hasta, por lo menos, octubre. Y en el Frente Amplio, aún temblando, mostraban a Sendic como respuesta a todo.


La derecha es conservadora casi por definición. A la derecha le cuestan mucho los cambios. Por eso tuvo que llegar la izquierda, diez años atrás, a realizar las transformaciones que la derecha ni imaginaba y que el país andaba necesitando.


Ahora parece que las cosas están dadas vuelta. Ahora parece que la derecha, con la cara juvenil de Lacalle Pou, es la que se pone el vestido de la renovación, y la izquierda, con la cara de un ex presidente de 74 años, es la que quiere conservar el vestido viejo.


Digo parece porque sabemos que no es cierto. En Uruguay nos tomamos el tiempo para sacudirnos el mareo, nos convencemos lento, pero seguro.


Como dice el diputado frentista Sebastián Sabini bien claro: no es renovación ni es por la positiva, alguien que hace muy pero muy poquito “votó en contra de la negociación colectiva y los consejos de salarios, votó en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, votó en contra de reconocer los derechos de la comunidad LGTB, votó en contra de la regulación de las ocho horas para el peón rural, votó en contra de la regulación del trabajo doméstico y también quiere tratar a los adolescentes de 16 años como si fueran adultos”.


No hay mucho más para agregar. El problema no reside en descubrir que la derecha no es renovación. Eso cae de maduro. El problema es que la izquierda representada en el Frente Amplio pueda demostrar que sí es izquierda y que puede ser (o seguir siendo) renovadora. Aun después de diez años de gobierno y después de elegir a un candidato que no ha sabido mostrarse renovador desde hace ya mucho tiempo.


¿Cómo hacerlo? Federico Imparatta tira algunas líneas interesantes en su artículo con título muy sugerente: “El recambio necesario y urgente en la construcción de más y nueva izquierda dentro del FA”. Yo lo resumiría así: o hacen lugar a la renovación o se van.


Y la renovación no es una persona, no es un joven, no es una simple idea. La renovación parece ser más que nada una nueva forma de pensar el país, una forma que no tiembla ante campañas con onda de la misma derecha de siempre, una forma que propone y, sobre todo, piensa de manera innovadora, que no se resigna a administrar capitalismo, sino que busca alternativas para hacer frente a un nuevo modelo económico global* que cambia mucho más rápido de lo que cambian los viejos paradigmas de izquierda.
La renovación del país va una vez más atada a la posibilidad de renovación de la izquierda. Esta vez no basta con “un cambio” como pregonaba la campaña frenteamplista allá por el 2004, sino que se deberá afrontar el reto de estar constantemente cambiando, para hacer frente a un mundo que se mueve mucho más rápido de lo que algunos dirigentes del FA pueden entender.

*Se recomienda dar una miradita a la columna de Hoenir Sarthou: ¿Qué es "la derecha"?.

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