viernes, 18 de julio de 2014

Matate

¿Qué nos preocupa? ¿Por qué nos preocupa? Paso haciéndome esas preguntas últimamente. Miro las encuestas y me dicen que a la gente le importa “la seguridad y la educación”. Términos extraños, términos tan amplios y difusos que abarcan casi todo. O tal vez nada. Términos que se me hacen cada día más vacíos.



La educación empieza por casa y es en casa donde, según las cifras de violencia doméstica, debería uno prestar más atención a la seguridad. En 2013 hubo 26.086 denuncias por violencia doméstica y, si utilizamos las reglas del día a día, sabemos que si hubo esa cantidad de denuncias, debe de haber muchísimos más casos que no se denuncian.

Cuando le pido a la maestra y al policía que me arregle lo que yo no he podido arreglar, en realidad les estoy pidiendo algo casi imposible. Les estoy pidiendo que arreglen algo que rompimos entre todos y que, a pesar de que nos preocupa, lo seguimos rompiendo.

Sentirse seguro. Eso es lo que perseguimos como un conejo detrás de una falsa zanahoria. Insisto: ¿Qué nos preocupa? ¿Qué necesitamos para sentirnos finalmente seguros? ¿Será que alguna vez nos podremos sentir así? Cada vez que veo que alguien está poniendo rejas en la casa, me pregunto si alguna vez se sentirá tan seguro para decidir sacarlas. Yo creo que no. No quiero sonar pesimista, pero creo que una vez que una reja se pone, es casi imposible que se saque.

La realidad nos muestra más violentos, más inseguros y más temerosos de perder lo que tenemos.

“Pero la violencia es un hecho, está ahí, en la calle, en la tele, en los diarios. ¿A quién no le han robado?”. Si, todo eso es verdad. La delincuencia está ahí, es real. Y tenemos miedo de que nos roben los pocos pesos que llevamos a nuestros bolsillos.

“Peor aún; tenemos miedo de que nos maten, como si nada”. No. Hasta ahí no llegamos. No seamos hipócritas. Tal vez si no somos tan hipócritas, empecemos a solucionar en serio nuestros problemas de educación y a sentirnos un poco más seguros.

En Uruguay seguimos siendo pocos y aquí todo se sabe. En 2013 mataron a 258 personas en todo el país. Las muertes son todas muertes, son todas terribles, son todas absolutas, pero la realidad dice que gran parte de estos asesinatos fueron cometidos por personas que la víctima conocía y que otra gran parte fueron muertes en “ajustes de cuentas”, relacionadas con el enfrentamiento entre grupos violentos. Por lo tanto, la probabilidad de que a usted lo maten en Uruguay es de casi 8 en 100.000. Y si quitamos las muertes por ajustes de cuentas o entre personas que mantienen algún tipo de relación con su victimario, la probabilidad de que a usted lo maten en Uruguay es casi, casi nula.

Nada más frío y real que esos números. Lamentablemente, los números nunca ayudan a hacernos sentir más seguros.

Si yo le digo a usted que es dos veces más probable que su hijo muera en un accidente de tránsito o que decida quitarse la vida a que alguien lo asesine, entonces tal vez pueda sentirse de otro modo.

Sí, dos veces más probable. No están en los discursos políticos, mucho menos en los “programas políticos”. No están en las tapas de los diarios ni en las aperturas de los informativos. Tal vez por eso no nos preocupan tanto. Tal vez por eso no nos ocupan tanto. Pero son muchos más.

El año pasado perdimos a 541 uruguayos porque decidieron dejar de vivir. En tranquilos pueblos del interior del país, allí donde aún se puede dejar la puerta sin llave, hay gente que se está matando en silencio.

El año pasado perdimos 567 uruguayos en las rutas y en las calles del país. Niños totalmente inocentes, personas que iban tranquilamente a trabajar, jóvenes que sólo querían divertirse sin joder a nadie.

Ya lo dije una vez y ahora lo reafirmo y lo expando. El Uruguay más violento no es el del delincuente que mata. El Uruguay más violento es del que manda mensajitos de texto mientras maneja, el que no ayuda al que está pensando que no vale la pena vivir más.

Vuelvo a preguntar lo mismo: ¿Qué nos preocupa? Yo sé que de la boca para afuera todos nos horrorizamos con los suicidios y los accidentes de tránsito. Pero no veo esos temas en las campañas políticas, no veo esos temas en la tele y en el diario, no los veo a ustedes compartiendo fotos en el muro de Facebook, no los veo juntando firmas para que alguien haga algo.