viernes, 20 de febrero de 2015

3 cosas que odio de ti

Algunas decisiones y declaraciones de Vázquez que no nos gustan, antes de que asuma la presidencia.

Tal vez una señal que anuncia los dolores de cabeza que tendremos en los próximos cinco años. Tal vez sólo algunos imperfectos en una máquina que funciona de manera casi impecable. Probablemente ni uno ni otro. Algunos apuntes sobre decisiones y señales del próximo presidente, cada vez menos Tabaré y más Vázquez.

1. Gabinete. La velocidad sorprendió y ayudó a lanzar con más fuerza ese mensaje que parece claro cuando hablamos de Vázquez: “El presidente soy yo y yo elijo”. Solo, sin consultas previas a los sectores, sin negociaciones ni amplias conversaciones, así fue como el próximo presidente eligió a quienes asumirán como ministros en la administración que comienza a trabajar el primero de marzo.

La forma no fue feliz, y el resultado mucho menos. Sectores enteros se quedan sin representación, sin voz alguna en la mesa del Consejo de Ministros. Otros sectores tendrán una representación tal vez más amplia que la que la ciudadanía le otorgó en el Parlamento y algunos, como el victorioso MPP, una representación algo recortada.

Una vez más, las mujeres y sobre todo los jóvenes no tendrán una representación fuerte en el gabinete. Es más, nos encontramos con algunas viejas caras que ya vimos diez años atrás y que ahora vuelven por más. Vuelve Víctor Rossi al frente del Ministerio de Transporte y Obras Públicas y vuelve Nin Novoa, en este caso, al frente de la Cancillería (aquí va un signo de interrogación gigante) y anunciando de primera su simpatía con el TLC con Estados Unidos.

2. Huidobro. Podría ser parte del primer punto pero creo que merece uno aparte. Aquí el problema no es su designación, porque seamos claros, quien lo ha designado es el propio José Mujica. Aquí lo cuestionable es la decisión de mantenerlo en el cargo.

No hay lugar en estas líneas para enumerar la cantidad de declaraciones reprobables que este hombre ha tenido en los últimos años (y que parece irse agravando con el pasar del tiempo) en torno a un tema que es por demás sensible, no solo para la izquierda sino para la sociedad toda: las desapariciones forzadas de seres humanos en manos del Estado durante la última dictadura cívico militar.

Huidobro ha logrado molestar a propios y ajenos con sus palabras, que son generalmente tristes, pero lo más objetable es, sin dudas, su falta de resultados. Yo esperaba que me tapara la boca y saliera con una revelación grande como una casa que validara su maltrecho personaje y su reivindicación por parte del nuevo gobierno, pero creo que eran solo ilusiones. El ministro no ha hecho mucho, más bien nada. Ha servido para que una parte de la vieja izquierda hiciera las paces con una parte de las viejas Fuerzas Armadas y no mucho más que eso.

3. Refugiados. Aquí es uno de los lugares donde más se sentirá el cambio de mando. De una visión solidaria pasaremos a una más reservada y calculadora. De un “¿Por qué no?” a un “¿Por qué yo?”.
“No tenemos ningún compromiso establecido". Esa es la frase que eligió Vázquez para referirse a la llegada de un segundo grupo de refugiados de la guerra en Siria. Se pone pausa y tal vez se pone Stop. El futuro canciller explicó que se iban a revisar los compromisos asumidos con Naciones Unidas, pero el próximo presidente se adelantó a enfriar la política impulsada por Mujica.

Hay gente, allá, escapando de la guerra. El actual presidente consideró que Uruguay estaba preparado para darle una mano a un muy pequeño puñado de esa gente. Ahora el que será presidente por los próximos cinco años considera que el país no está preparado para hacerlo. Dos visiones bien distintas de cómo se ve desde el poder político al país.


Lo que inquieta es esa pose que mezcla un poco de exhibición de poder y otro poco de falta de autocrítica. ¿Alguna vez reconocerá Vázquez que solo no le daba para ganar en noviembre? ¿Hará él mismo esa evaluación en su interior? No da esa impresión, pero con Vázquez las impresiones suelen fallar.

Tendremos que volver a acostumbrarnos, después de la sobreexposición (o cercanía) a la que nos sometió Mujica, a enterarnos de lo que piensa el presidente en las páginas de Búsqueda y en acartonadas conferencias de prensa. Toda la suerte.