“Queremos un país donde vuelva a ser
lindo vivir”. Así reza el programa del Partido Nacional. Una de
las tantas frases en un mar de incoherencias, promesas al menos
exageradas y párrafos enteramente vacíos. La mayoría de la
ciudadanía, claro está, nunca leerá este plan de gobierno o alguno
de los otros.
¿Qué es un país donde es "lindo
vivir"? Me pregunto. ¿Cuándo, sino ahora, fue lindo vivir en este
país? Tal vez fue en los primeros años de este siglo, tal vez, para
el Partido Nacional, Uruguay fue un lindo país para vivir en los 90 o, tal vez, no creo, durante la dictadura. No lo entiendo
bien.
No importa, debe ser sólo una frase
con punch, un slogan con onda, como el “somos hoy,
somos ahora” o el “gobernar ahora y gobernar bien”. Frases de
campaña que están muy bien para una publicidad en la tele, un
cartel en la calle o un acto partidario, pero que empiezan a preocupar
cuando son repetidas por el candidato a presidente, casi como un
autómata, en entrevista tras entrevista, como si se aprendiera de
memoria lo que debe decir.
Y en el fondo es eso. Se aprende de
memoria frases, gestos y posiciones. ¿Qué candidato no lo hace?
Bueno, el problema no es que lo haga, sino que es lo único que hace.
Luego, con mucho dinero tapa las calles, las tandas publicitarias y
las radios, y se aísla de todo lo que lo pueda sacar de libreto.
Piensen en las pocas entrevistas que ha
dado. ¿Lo vieron? ¿Lo escucharon? Yo lo vi hacer agua con Gabriel Pereyra en VTV, con Georgina Mayo en TNU, con Joel Rosenberg en Océano FM y hasta con Antonio Ladra en Canal 12. Difícil de creer.
Pero ante los traspiés en las entrevistas, se respondió desde su
campaña con más publicidad, más gente buena onda sonriendo en la
tele, más dinero.
Me cuesta creer que Uruguay no sea un
país lindo para vivir. Tenemos un presidente que va camino a
retirarse con 56% de aprobación de su gestión y, sin embargo, estamos considerando como sociedad cambiar totalmente el rumbo y
poner en el gobierno a un hombre que vive en un barrio privado, no
tiene contacto alguno con la educación pública y representa los
intereses de las viejas clases ricas y conservadoras.
El cambio de un gobierno por otro sería
al menos extraño. Una demostración de que el poder económico puede, por si
solo, poner a una persona en el máximo cargo público del país.
Un ejemplo nada más. Es difícil creer
en el “asentamiento cero” cuando como fuerza política nunca en
su historia se terminó con al menos un asentamiento y, sin embargo, se impulsó la creación de cientos. No es difícil de creer, es
imposible, porque las recetas que proponen para alcanzarlo son las
mismas recetas de hace 20 años.
Aquí escribe un muchas veces
desencantado por los partidos políticos. Un fuerte crítico de
algunas decisiones de estos gobiernos del Frente Amplio y
especialmente de Tabaré Vázquez. Nunca está de más decirlo.
Este domingo, cuando vaya a votar, no
voy a pensar únicamente en quién puede solucionar mis problemas. Yo
soy el verdadero Juan Clase Media y mis problemas son muy distintos a
los del estúpido muñeco, pero tampoco son prioridad.
Voy a pensar en quién puede ayudarnos
a solucionar los problemas de todos y, sobre todo, los problemas de
los que están peor, que son muchos menos que antes, pero que siguen
allí.
Pensaré que desde hace una década se
está avanzando en la solución de estos problemas. Y pensaré en algo
que no muchos hacen (o al menos dicen): si construir lleva, digamos,
diez años, destruir es mucho más fácil y rápido. Si no me creen, prueben hacer una
torre y luego derribarla. ¿Qué les costó más?
Yo ya vivo en un
país que es lindo para vivir. Puede y debe serlo mucho más. Para los que tienen menos y para los que tenemos más. Pero no
voto aire, por más marketing que el aire tenga.
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