Fue hace más de dos años, en 2011, cuando mi amigo Martín
se me acercó a hablarme de la legalidad y la ilegalidad de la marihuana en
Uruguay. Me habló del problema que yo ya conocía y del cual ya muchas veces
habíamos hablado, pero me habló de una manera distinta. No éramos dos viejas
sentadas en nuestros sillones hablando mal de la vida, era más bien una charla
que nos impulsaba a hacer algo.
Mi amigo ya tenía alguna idea, ya había hablado con otros
amigos, y ahí fue que me sumé. Había proyectos de ley sobre el tema, había un
partido con mayoría parlamentaria y buenas ideas entre algunos legisladores, y
había organizaciones de la sociedad civil comprometidas. Pero no había nada
demasiado concreto.
Empezamos a escribir y
a darle forma al proyecto. Agarramos cámaras y levantamos una y otra vez
teléfonos. Paseamos por los pasillos del Parlamento y por otros rincones más.
Hablamos con senadores y diputados de todos los partidos políticos. Filmamos con
algunos de ellos. Antes de las ideas del Poder Ejecutivo, antes de Mujica
hablando para el mundo entero de la marihuana.
Hacer el video nos llevó tiempo y debate entre nosotros.
Finalmente, en julio de 2012, vio la luz Una Nueva Legislación, una iniciativa
que buscaba poner sobre la mesa el debate sobre la necesidad de una nueva ley
que regulara el mercado de la marihuana y brindara acceso seguro a la sustancia para
los consumidores hasta ahora criminalizados.
El video tiene cerca de 20.000 reproducciones y fue
replicado por los principales medios del país y por algunos de fuera de fronteras.
No nos esperábamos ese impacto, pero el mensaje fue claro y la gente demostró
que estaba pronta para hablar del tema.
En Una Nueva Legislación nos propusimos compartir
información, con una línea clara, pero sin dar lugar a falsos argumentos, mitos
e intereses políticos (de ningún lado). Simplemente informar a quien estuviera
interesado sobre nuestra iniciativa y sobre los avances y retrocesos en torno
a la regulación del mercado de la marihuana. Así armamos una comunidad de más
de 2.500 personas hasta el momento.
Más tarde llegó Mujica con su proyecto de ley con un único
artículo. El revuelo, la polémica y las tapas en los diarios. Luego llegó el
trabajo de los legisladores que sí sabían del tema, de los tiempos
parlamentarios, de los esfuerzos por darle forma a una idea realmente ambiciosa.
El proyecto encontró la oposición firme de los partidos
tradicionales (salvo excepciones) pero totalmente carente de ideas. Yo escuché
a algún legislador nacionalista asegurar ante cámaras de televisión, sentado en
un sillón de talkshow matinal, que “en
Uruguay nadie va preso por tener una planta de marihuana”. Eso habla de
ignorancia. Pero sobre todo de hipocresía. Que reinaba, pero esperemos que a
partir de hoy se bata en retirada.
También el proyecto encontró la oposición, no tan firme
quizá, pero sí con ideas, de defensores de la liberalización de las drogas.
Algunos hablaron de Monsanto, otros, como la admirable Alicia Castilla, anunciaron a vivas voces que no se apuntarían en ningún registro de usuarios. A
veces los entiendo, pero también entiendo que la nueva legislación debe pensar
en las futuras generaciones y no tanto en si les da miedo o no ser parte de una
lista. Claro que hay puntos flacos en este proyecto de ley, claro que hay
puntos controvertidos para los consumidores. Pero eso no puede desviarnos de
que este proyecto que se convierte en ley es un gran avance. Tal vez el
mayor o el más osado que se haya dado en
el mundo entero.
Las organizaciones sociales que conformaron la Coordinadora
Nacional por la Regulación de la Marihuana tuvieron siempre claro este punto.
Las leyes son perfectibles, son mejorables, siempre están sujetas al progreso.
Pero nos enfrentamos a la ausencia de ley, a la falta de legislación, y por eso
la aprobación de este proyecto es de vital importancia y debe ser un motivo de celebración para todas y todos.
Quienes hoy se oponen, que son muchos, que a veces son seres
muy queridos por mí, tienen todo el tiempo del mundo para darse cuenta lo bien
que esta ley le va a hacer al país. Y luego de que se den cuenta, en la práctica,
podrán (y seguramente lo harán) mejorarla.
Una Nueva Legislación fue (y es) un proyecto del que uno
está orgulloso de ser parte, que podría haber sido mucho más, pero que también podría
nunca haber sido. Por eso lo quiero. Por eso agradezco a los amigos que fueron
parte de esto y que me hicieron parte de esto. Y por eso hoy celebro.
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